Más construcción de torres y menos viviendas para clase media. Rosario tiene múltiples complejidades y miles de maneras de entenderla (o no). Desde hace dos décadas viene siendo conocida por su amplia oferta cultural y por sus artistas, por ejemplo. Sin embargo, con la llegada del tercer milenio, comenzó a distinguirse por ser parte de una explosión edilicia que cambió para siempre el paisaje urbano. Nadie lo dice en forma clara y contundente, pero el mito de que las mayores inversiones en ladrillo vienen de la mano del mercado negro de granos o producto del narcotráfico es algo palpable y evidente.


En la última década la llamada zona céntrica (la ubicada entre avenida Pellegrini, el coqueto bulevar Oroño y el río) se llenó de edificios, en su gran mayoría de calidad premium. Fue muy común ver demoler casas, algunas de ellas centenarias, para dar paso a enormes moles de cemento.
Según el censo 2010, por aquel entonces había casi 80 mil viviendas particulares deshabitadas en la ciudad, de un total cercano a las 435 mil. La mayor parte de ellas correspondían a departamentos ubicados en la llamada zona céntrica y en menor medida en los barrios Pichincha, República de la Sexta y Siberia (cercano al complejo universitario).

De esas casi 80 mil viviendas mencionadas hace ya cuatro años, aproximadamente el 80% estaban ubicadas en edificios construidos en la última década, de la mano de inversionistas que llegaron desde los lugares más diversos.
No existen datos oficiales o voces que quieran reconocer lo que se dice no solamente en el mercado inmobiliario sino también en distintos espacios del territorio rosarino: gran parte de los edificios construidos en los últimos años se levantaron con dinero obtenido por transacciones comerciales vinculadas al campo (en su mayoría granos y algo por maquinaria) que no fue declarado y que de alguna manera había que blanquear.

“Desde que estoy en el mercado siempre escucho que no es momento de vender (un departamento), pero la construcción de edificios no para, porque resulta mucho más ventajoso como inversión a largo plazo”, señaló un referente del sistema inmobiliario local. Hace dos años, la Municipalidad de Rosario redactó un nuevo código urbano que impuso nuevas reglas a la hora de edificar viviendas de propiedad horizontal. Eso hizo que se frenaran muchos proyectos de inversión, pero luego de la zozobra, volvieron a proliferar los gigantes de cemento y ladrillo, ahora no solamente en el centro sino en una gran cantidad de barrios. 

Durante el año pasado, ingresaron al municipio 2.274 permisos de edificación para construir en la ciudad 631.000 m2, lo que marca un repunte de cara a años anteriores. Más de la mitad fueron para erigir propiedades horizontales en el radio céntrico, y el resto en distintos barrios. 
Según un cálculo de la Cámara de Empresas Inmobiliarias (Cadeiros), cerca de 300 edificios están en proceso de ejecución en la plaza local, de los cuales 200 se emplazarían en el área central.
No hay datos oficiales luego del censo de octubre de 2010, pero en base a los permisos pedidos en el municipio (2.678 en 2005; 3.073 en 2006; 3.324 en 2007, año con el mayor número de metros cuadrados: 1.161.454; 3.170 en 2008 o 2.024 en 2011), se estima que la cantidad de viviendas desocupadas ya alcanza a 100 mil.

¿De dónde proviene el dinero para semejante cantidad de edificios que se levantan por año?, fue la pregunta hecha a distintos referentes de la construcción. No hubo respuesta de manera oficial. A modo de confidencia o sin que quede registro grabado de sus dichos, muchos confían que el dinero proviene de la venta de granos en negro o del otro gran negocio que marcó a la ciudad Cuna de la Bandera en el último lustro: el narcotráfico. 
“Es la forma de sacar a la luz una parte del dinero que se obtiene por este tipo de negocios. En un momento fueron los autos caros, importados, pero la visibilidad de ese tipo de artículo atentó contra ese nicho, entonces se volcó casi todo a la construcción. Hoy esos departamentos están desocupados porque sus propietarios no tienen la necesidad de tener inquilinos”, remarcaron varias fuentes. “Algunos incluso tienen varios inmuebles, lo que habla a las claras de que la inversión en ladrillo es algo más que rentable”, agregaron.

Un dato no menor se refleja en el momento del año en que se mueven las inversiones hacia la industria del ladrillo: fines de mayo, cuando aparece el dinero proveniente de la cosecha de soja. Nadie lo dice abiertamente, pero no es una casualidad.
La otra pata de esa nebulosa fuente de dinero está dada por las incontables divisas generadas por el negocio del narcotráfico. Fuentes policiales remarcan que hay investigaciones avanzadas para dar con los fondos generados por distintas bandas o grupos reconocidos como parte del negocio, y como ejemplo ponen a la llamada banda Los Monos, desbaratada en mayo del año pasado, tras ocho meses de investigación. A sus integrantes les decomisaron vehículos de alta gama diseminados por distintos barrios –no solamente autos sino también motos y hasta lanchas–, y casas en la zona sur y también en localidades vecinas, pero todavía no logran dar con las inversiones en ladrillos.

Pero así como hay alrededor de cien mil viviendas sin ocupar, existe un déficit habitacional de poco más de la mitad de esa cifra, los sectores de menores ingresos y también gente que vive en lugares sumamente precarios, que tienen condiciones mínimas, principalmente en la periferia de la ciudad. En Rosario, en la actualidad aproximadamente 160 mil personas viven en los denominados “asentamientos irregulares”, que no son más que las llamadas villas de emergencia. 

Movimiento. Si bien las diversas fuentes consultadas admiten que el momento de vender nunca llega, en los últimos meses se han realizado operaciones inmobiliarias de venta de inmuebles, para luego hacer frente a nuevas inversiones a través de fideicomisos. “Han aparecido varios con intenciones de vender departamentos que están sin habitar, pero ocurre que cuando realizan las transacciones, en su mayoría vuelven a buscar la forma de reingresar al sistema. Es algo que no tiene una explicación lógica, pero a esta altura no se pregunta, se busca la forma de que el cliente obtenga lo que quiere”, admitió un referente del sistema inmobiliario que maneja cuentas, departamentos y fideicomisos no solamente en Rosario sino también en varios pueblos y ciudades de la región. “Es que Rosario todavía tiene posibilidades de irse para arriba, pero con un techo (N. de R.: debido a las restricciones impuestas por las reformas al código urbano), en cambio donde todavía hay mucho por hacer es en las ciudades y pueblos que la rodean, Funes, Roldán, Granadero Baigorria, Pueblo Esther, Arroyo Seco, Fighiera, ahí está el futuro del ladrillo”, remarcaron.

Campeones mundiales de especulación sojera

Según el último informe del USDA, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos que da a conocer los datos vinculados a las cosechas, la mitad de la soja stockeada en el mundo está en la Argentina, una cifra que alcanza los 29 millones de toneladas.
El documento pone de manifiesto la intención de un número considerable de productores y acopiadores argentinos que resolvieron no vender. ¿El motivo? La espera de una mejora en los precios mundiales, que siguen en baja, o de una devaluación del peso.
El informe detalla además que en la campaña 2012-2013 la soja argentina representaba el 29,9% del stock global y que ascendió en la campaña siguiente al 38,06 por ciento.
Los productores esperan que en Estados Unidos se produzca una sobreventa de soja y que por ello deban importar hasta 3 millones de toneladas para cubrir sus compromisos.  Tal vez, entonces, los sojeros salgan a vender su stock.


Por: Carlos Retamal - Veintitres.com
Imagen: Web
Arreglos: AC