Nos encontramos en las vísperas de un nuevo 1º de Mayo, Día Internacional del Trabajador. Nunca está de más recordar que dicha fecha conmemora el inicio de la lucha de los llamados “Mártires de Chicago”, un grupo de trabajadores que fueron condenados a la muerte por participar de una gran huelga en la que se reclamaba una jornada máxima de trabajo de ocho horas.


Históricamente es una fecha de lucha y memoria, con grandes movilizaciones y reclamos. Vale recordar las escenas que nos mostraron los medios hace un año, donde podíamos ver el gran descontento de las clases trabajadoras en países de Europa, víctimas de políticas de ajuste y recesión, principalmente en España, Italia, Grecia y en menor medida, Francia.

No obstante, en nuestro país, desde el gobierno del Gral. Juan Domingo Perón, la fecha es una jornada en la que prevalecen la reivindicación y la celebración. Obviamente existieron lapsos en los que los trabajadores no tenían nada que festejar, hasta que en el 2003 con Néstor Kirchner se retomó el camino hacia la justicia social, período que denominamos la Década Ganada.

En dicho período no sólo se crearon alrededor de seis millones de puestos de trabajo, reduciendo el desempleo de una tasa mayor al 20% a números inferiores al 7% –las tasas más bajas en más de veinte años–, también se recuperaron para los trabajadores una gran cantidad de derechos cercenados en años de dictadura y neoliberalismo, además de reconocerle nuevos y mejores derechos.

Se recuperó el derecho a la negociación colectiva, ya siendo naturales los incrementos salariales año tras año, costumbre que además se hace eco en los haberes jubilatorios, que crecen periódicamente ya que por ley Nº 26.417 se incrementan obligatoriamente no sólo una, sino dos veces al año.


Asimismo se terminaron con negociados que atentaron contra los intereses de los trabajadores como fueron las AFJP y los “tickets canasta”; se igualaron los derechos de grupos de trabajadores históricamente discriminados como los peones rurales y los trabajadores auxiliares de casas particulares; entre otras mejoras que se sucedieron y que menciono sólo como un “botón de muestra”.

Aún quedan muchas problemáticas pendientes de resolución y que sin dudas, con trabajo y esfuerzo, serán resueltas en beneficio de los trabajadores, del pueblo.

Uno de esos temas es el “trabajo en negro”, trabajo precario, trabajo clandestino, trabajo sin registración que sigue siendo un problema, aun cuando ha disminuido considerablemente su relación con el empleo formal (de un 49% en 2003 a aproximadamente un 34%). Este descenso ha sido obtenido gracias a planes nacionales de regularización, simplificación de sistemas de registro, disminución de costos entre otras políticas llevadas adelante por este proyecto político preservando siempre la integridad del conjunto de derechos de los empleados.

En la misma línea de igualación de derechos y condiciones de trabajo, nuestra Presidenta ha presentado un proyecto de ley con el objetivo de lograr la registración 300.000 trabajadores en el plazo de un año, lo que reduciría el empleo informal a un porcentaje que rondaría el 25%.

El proyecto en cuestión, que ya se encuentra en pleno trámite en la Cámara de Senadores, no busca simplemente penar el incumplimiento empresario, sino lograr el efectivo respeto de las normas –y por ende de los derechos– laborales. A Perón le preguntaron cuál era la mejor ley laboral, y su respuesta fue “aquella que haga cumplir las leyes que existen”. Este proyecto avanza en ese sentido.


Considero que de este modo además se crearán más puestos de trabajo. La experiencia nos ha demostrado que el recorte de derechos no genera ningún beneficio y por el contrario, las medidas que defienden a los grupos más vulnerables redundan en crecimiento y mejores condiciones para toda la sociedad.

Uno de los núcleos que destaco del proyecto se centra en los microempleadores, empresas de hasta cinco trabajadores que no superen un monto de facturación anual que determinará la reglamentación, a quienes eximiría del pago de cargas sociales, sin perjuicio para los derechos del trabajador y sin perjuicio a la financiación de la seguridad social. De esta forma, un gran número de trabajadores de pequeños negocios y emprendimientos que se encuentra en la clandestinidad, podrá ser incorporado a la formalidad, permitiéndole un mejor nivel de vida y un mejor futuro.

También resalto la participación que el proyecto busca de los trabajadores organizados. Una Patria justa no depende exclusivamente del Estado, sino que exige la participación y colaboración de todos sus integrantes, y ¿quién mejor que los trabajadores para colaborar con la protección de los trabajadores? No podemos obviar que el control es una gran dificultad del Estado en todos sus niveles, se ha tornado en un problema estructural, una deformación cultural que puede causar dolorosas tragedias como la de Cromañón. Para reforzar los múltiples esfuerzos que se han realizado para resolverlo, el proyecto no sólo amplía las facultades de los inspectores, sino que extiende la colaboración de los sindicatos en esta ardua tarea.


Además, el proyecto dispone la quita de subsidios y beneficios por parte del Estado Nacional a los empleadores incumplidores. El Estado es accesible con los empleadores para que puedan cumplir, pero si estos insisten en no respetar este derecho mínimo para los trabajadores, es lógico que el Estado no los apoye hasta que cumplan.

El proyecto va más allá de las simpatías partidarias, por lo que auguro que el Congreso lo apoyará en forma unánime para que pueda ser pronto sancionado y aplicado. Pero también estimo que éste será sólo uno de tantos avances en la protección de los trabajadores.

En sintonía con la fecha que nos convoca, quiero destacar también un proyecto de mi autoría que busca mejorar aquella histórica conquista, a saber, una nueva reducción de la jornada de trabajo. La disminución de la jornada laboral máxima semanal (a 45 o incluso a 40 horas) no sólo redunda en un ingreso mayor para los trabajadores (quienes cobrarán el mismo salario por menos tiempo de trabajo) y en un mayor tiempo libre para su beneficio, sino que también permitirá la creación de puestos de trabajos ya que las horas de trabajo reducidas serán cubiertas por nuevos trabajadores. Además considero que esto traerá aparejada una mayor productividad, porque el trabajador descansado, trabaja con más alegría y así cumple mejor su tarea.

Creo que nos esperan más avances para la calidad de vida, no sólo de los trabajadores, sino para todos los argentinos, ya que tenemos expectativas de resolver puntos que nos incluyen a todos, continuando con los acuerdos de precios –y también aquí, mejorando el control de su cumplimiento– y trabajando para reconocer y garantizar mayores derechos.

Recibamos este 1º de Mayo con la alegría de las victorias obtenidas y el compromiso de seguir trabajando para obtener nuevas. Para todos y todas, feliz Día del Trabajador.


Por: Héctor Recalde - Miradas al Sur - Infonews.com
Fotografìas: Web
Arreglos: AC